para Pitos y Flautas del 29 de mayo. V.L
Cuando estábamos preparando los encuentros de Agropolitana, hablando con Fernando y Daniel sobre posibles localizaciones para los talleres de Pitos y Flautas, les comenté un lugar que a mí hace años me tiene fascinada: el embalse de San Andrés de los Tacones, a 10 min caminando desde PACA, en concreto, el observatorio de aves que se encuentra en el embalse (a unos 30 min). Así que una mañana de marzo nos fuimos de paseo hasta allí, Fernando escuchó, caminó y decidió que efectivamente ese sería uno de los espacios a explorar, escuchar, activar o transformar sonoramente con nuestra presencia. El cuarto encuentro de Pitos y Flautas, este 29 de mayo nos llevará de nuevo a estos lugares. No voy a hablar ahora de lo que haremos el sábado, sino presentaros un poco este espacio, algunos apuntes sobre su historia, hallazgos hechos buscando por los archivos municipales en el 2016 con motivo del proyecto «Habitantes Paisajistas Agua», y algunas sensaciones del todo personales de estos últimos años. En definitiva apuntes de viaje para ir adentrándonos en este lugar.
(…)De Certeau ha establecido una distinción clara entre los conceptos de lugar y espacio: mientras el lugar es una configuración instantánea de posiciones que por tanto implica una cierta estabilidad o estaticidad, el espacio es el lugar practicado, un cruce de entidades móviles, animado por un conjunto de movimientos que lo temporalizan y problematizan. Es territorio inestable, precario, nunca definitivo en cuanto animado por quien lo atraviesa (…) O mejor, convirtiendo lugares específicos y connotados históricamente, en espacios de creación y campos de posibilidad, donde la acción (tiempo, tránsito, movimiento) genera aperturas que resignifican el contexto, ayudando a quien lo vive o transita a establecer relaciones inesperadas a través de nuevos filtros interpretativos.» Virginia López, extracto del texto para la exposición de Miguel Braceli en la sala Borrón: «El territorio como piel», 2019.


La mayoría del terreno pertenecía al Conde de Revillagigedo y éste a los colonos que trabajaban la tierra, les dio sólo un 10% de lo que correspondía a cada parcela. Después, ya en los años 70, la llegada de la autopista a la parroquia se tradujo en la expropiación de otras diez familias y la pérdida de uno de los símbolos de identidad de la parroquia, su iglesia. Por poco, recuerdan, «se salvó el cementerio, que a día de hoy aún conserva una barrera para evitar la entrada de peatones en la ‘Y’» en El Comercio, 2010. )




VUELO AMERICANO. SERIE B. 1956. folio 029-P1-28937 copia facilitada por el Observatorio del Territorio del Departamento de Geografía. de la Universidad de Oviedo. (antes de la construcción del embalse)


Los mapas son, principalmente, instrumentos de la memoria, y como tales presuponen un pueblo de desmemoriados. Coleccionamos tarjetas de visita, planos, nos damos nombres , a nosotros y a las calles, construimos bibliotecas, archivos y museos. Tenemos agendas telefónicas, carteles en las carreteras, postits y navegadores satelitares. Intentamos recordar, no perdernos. O más bien es como si todos temiésemos la amnesia, esa que sufrían los habitantes de Macondo en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, quienes para recordarse quiénes eran habían hecho carteles con los nombres de las calles, de los objetos y hasta de las vacas. Hacer mapas es casi una manía y una contante cultural, un intento de orientarse en un territorio que ya existe para poder transformarlo. Y es que por muy científico que pueda parecernos (curvas de nivel, distancias, escalas…) un mapa contiene siempre información no sólo cuantitativa, sino cualitativa, no es objetivo, sino subjetivo. Todos los mapas, hasta el más “aséptico” está contando una versión o visión del mundo, tiene un determinado interés, es político y ha escogido, antes de nacer, su significado. Porque en realidad, aquello que representan o “fijan”, está en constante cambio.
Así empezaba cartografías subjetivas… extracto del texto publicado en «Creadores de Paisajes», 2016.
I.Embalse de San Andrés de los Tacones
un poco de historia o esos caminos que se pierden
El embalse de San Andrés de los Tacones, situado en la parroquia del mismo nombre, junto a Serín (concejo de Gijón) fue construido por la antigua ENSIDESA (Empresa Siderúrgica Española S.A.) en 1964 con el objetivo de abastecer de agua la acería de Gijón. Inaugurado en 1970 actualmente es propiedad de Arcelor. Sus 4.200.000 litros de capacidad máxima están contenidos en una “cubeta” natural de 1.200 m. de largo por 400 m. de ancho, con una superficie a cota máxima de 57 Ha. y son servidos, principalmente por el Río Pinzales (identificado en algunos mapas como Río Aboño).
En el 2002 el Ayuntamiento de Gijón decidió abrir el primer observatorio de aves de la ciudad. El embalse de San Andrés de los Tacones en Gijón es desde el 2003 una zona ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves), zona protegida Red Natura 2000.
El embalse es un enclave en el que se han observado varias especies consideradas rarezas a nivel nacional y regional. Y también multitud de otras aves consideradas comunes. Todas ellas usan el sitio como lugar de invernada, nidificación o para desarrollar allí toda su vida. Desde la construcción del embalse y hasta que se consiguió su declaración, primero como Refugio de Caza (en el año 1985) y después como ZEPA (en el año 2003, junto a los demás embalses de la zona central de Asturias, La Granda, Trasona y La Furta) el camino ha sido largo. Más de treinta años. Y también ha sido duro. (…) Un sitio en el que, solamente contando con nuestras propias observaciones registradas hasta la fecha, hemos visto setenta y seis especies de aves acuáticas o marinas. Algunas tan raras como el zampullín picogrueso Podilymbus podiceps o el ánsar nival Anser caerulescens. Y que está amenazado por varios peligros. Las prácticas recreativas de la pesca y navegación en piragua, otras actividades humanas como la ganadería, senderismo, contaminación, creación de una Zona de Actividades Logísticas de Asturias (ZALIA) etcétera, o la suelta incontrolada o para repoblar, de especies invasoras (galápago de Florida, cangrejo rojo, trucha arcoiris o carpín) tienen un impacto muy negativo en el sitio. Que, a fuer de ser pesados, volvemos a recordar que está catalogado como ZEPA desde el año 2003. A todo ello hay que sumar que no se realizan las necesarias labores de mantenimiento del lugar, que están recogidas en la correspondiente normativa. fuente del texto en cursiva: http://avesporgijon.blogspot.com/2020/12/san-andres-de-los-tacones-y-su-embalse.html
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Antes del embalse, había claro está, caserías, pastos, iglesias, caminos… (artículo en prensa local sobre la historia reciente de San Andrés y la difícil convivencia con la industria e infraestructuras que se imponen: San Andrés de los tacones, una batalla tras otra) y algo se puede observar en los mapas que he ido recogiendo gracias a la inestimable colaboración de Natalia Hevia, ingeniera geomática (SIGCART) y vecina de la aldea de Trubia. Con ella y con Juan Aldesoro entre el 2015 y el 2016 estuvimos buscando mapas e indicios de como había sido este paisaje en el s.XX y su evolución reciente. Estaba componiendo el archivo «cartografías subjetivas» con ocasión del proyecto «Habitantes Paisajistas» y «El paisaje agrario de Veranes (PAV 2015-2016)»: rastreamos antiguas fuentes, lavaderos, molinos, todo vinculado al agua, pero también senderos y caminos que el tiempo y el no uso van desdibujando. Los mapas e imágenes que aparecen aquí son fruto de ese bucear por archivos.
Y cuando los vemos, os invito a imaginar recorridos, usos, personas que en realidad animan y generan cada uno de estos hitos en el paisaje cartografiados o retratados en los mapas. La fuente donde se iba a por agua porque en casa no había, el lavadero donde se reunían las mujeres a lavar la ropa, y lo que pesa cunado hay que volver a casa con las sábanas mojadas en la cabeza…los abrevaderos para dar de beber al ganado mientras se estaba con las vacas pastando por los praos, ir a la iglesia de la Abadía, hacer el camin más corto, visitar a una amiga, llevar el grano a moler, porque donde hay un río, hay molín cerca…las crecidas de agua, la ladera, los pastos mejores, la hierba peor que se llevaba para embalar a la fábrica de loza de Gijón, o esos praos que se destinaron a remolacha azucarera mientras estuvo la fábrica de azúcar en Veriña -Gijón y que quedarían después bajo las aguas del embalse. Las conexiones campo-ciudad en esta zona siempre fueron estrechas, y quizás por ello, también conflictivas…
En aquel entonces no existía la industria metalúrgica ni ninguna autopista y Serin-Veriña visto desde Casa Sucu y desde el camín a Trubia era un hermoso valle típicamente asturiano salpicado de caseríes , hórreos y praos llenos de ganado, por la noche se veía pasar el tren serpenteando por el valle como si fuera una luciernaga gigante. Por cierto, qué ha sido de los gusanos de luz, los grillos, las golondrinas ? Recuerdo los nidos en el alero, la algarabía y el trasiego de las parejas con material para construirlos, también el vuelo torpe y algún que otro aterrizaje incorrecto de golondrinos alevines.
Cuando pasaron los años y supe de la construcción de la autopista y la “gran fábrica de acero” intuí que los paisajes de mi infancia ya sólo permanecerían en mi imaginación y tardé bastantes años en volver a Veranes temiendo enfrentarme con la pérdida ( ¿ cómo se puede sufrir la pérdida de un paisaje? Es algo así como un hueco en el horizonte). Sin embargo cuando volví a Veranes mil años después lo más sorprendente fue la sustitución de les caleyes por desproporcionadas carreteras de un ancho de trailer ida y vuelta y la inevitable desaparición de ´les sebes´. La aldea de mi infancia estaba llena de caminos del ancho de un carro de bueyes, unos pedregosos, otros embarrados o más bien terriblemente embarrados como el que iba de casa a Casa Sucu con surcos llenos de agua y barro, lo que para una niña pequeña a pesar de les madreñes no era tarea fácil, pero yo tenía vocación de andarina y eso no me arredraba. Los caminos estaban muy transitados, carros, vacas que iban y venían a los prados, paisanos con algún tipo de carga, mujeres trayendo agua de la fuente ( ¡ muchas con tres calderos !): era un continuo ir y venir.
En verano la hierba crecía como ya sabes y el prau de la Llosa de arriba era como un mar de verdes salpicado de florines de colores; el maizal estaba a la derecha de casa, casi pegado y los dos sitios eran mis lugares de huida y/o camuflaje. Me explico con eso de la huida : mi abuela tenía la higiénica costumbre de peinarme a diario con un peine antipiojo que parece estoy viendo, con puas muy juntas y muy estrechas, aquello aplicado a mi abundante y rizoso pelo era una tortura digna del Medievo, así que mi objetivo matinal era desaparecer lo antes posible, a veces lo lograba pero casi siempre me pillaban. En mi inocencia me escapaba al prao entre la hierba alta o al maizal con sombrero y todo, creyendo que si yo no veía la casa tampoco me verían a mí, pero el sombrero caminando solo me delataba, eso sí, nunca tuve piojos hasta aquel “inolvidable” verano de Sahagún con aquellos piojos inmortales importados por Angela del colegio y que terminamos compartiendo toda la familia muy a nuestro pesar.
Hay olores que me han quedado grabados, el olor de las sebes en verano llenas de madreselvas y rosales silvestres con esas rosas pequeñas de olor intenso inconfundible que no se encuentra en ninguna parte, el olor de la hierba seca cuando la metían en la tená y cuando hacían las varas de hierba, olor a sol, a verano, el olor a pación recién segada más acido, más intenso. Sin embargo no recuerdo el olor a cuchu supongo que al ser más cotidiano no me llamaba la atención.
extracto del texto de mi tía María de los Angeles Fernández Gutiérrez en paisaje percibido, revista «Creadores de Paisajes» v.l/pacabooks 2016.
relacionado: «de las cosas a las gentes«, Virginia López 2018







II. Embalse de San Andrés de los Tacones
Nuestra comunidad las aves: ecositemas compartidos
Hoy esta zona aparece abandonada y amenazada continuamente como podemos seguir por los artículos en prensa (1 y 2) a lo que hay que añadir vertidos de basuras por parte de quienes frecuentan la zona (escasos paseantes, algunos pescadores , piragüistas..¿? no sé quien más porque desde luego los augurios que recogía el recorte de prensa del archivo Patac no se han cumplido) , vertidos contaminantes al río Pinzales y todos los riachuelos que lo alimentan, como es el caso del Arroyo de la Fuente de Noval y Arroyo de Veranes que desembocan en el río Pinzales . Riachuelos que en las crecidas inundan las tierras de cultivo, que han dejado así de ser vegas fértiles y sanas. Las aves, como nosotros, enfermamos, aunque sea lenta y silenciosamente. Ellas además lo tienen peor: siempre vuelven, y el lugar de reposo en esos viajes transoceánicos se ve obstaculizado por la actitud de quienes invaden las zonas de descanso de las aves en la cola del embalse, quienes como Arcelor se divierten cambiando , vaciando, limpiando a su antojo un habitat que es de todos, (recordemos que es zona ZEPA), parece ser que se suman los pescadores de cangrejos que faenan en la misma zona, y esto es lo que tenemos, en vez de un lagar de reposo para las aves y nidificación, en vez de un espacio para la educación medioambiental , tenemos un espacio que se trata y manipula a antojo de unos pocos (Arcelor entre los principales) y que es un residuo más en la mirada urbanocéntrica y antropocéntrica… ambas miradas suelen coincidir.
Interesante estudio disponible para su lectura y descarga en la web «EMBALSE DE SAN ANDRÉS. ESTUDIO DE LA COMUNIDAD DE AVES ACUÁTICAS EN EL PERIODO 1997 – 1998” .SOCIEDAD ASTURIANA DE HISTORIA NATURAL Y ECOLOGÍA. (S.A.H.N.E), 2000. Gijón . del que entresacamos esta info:
El objeto del presente estudio es establecer, con criterios científicos, la importancia del Embalse de San Andrés para las aves acuáticas, como zona de cría, de descanso y alimentación en los pasos migratorios y como zona de invernad a, y a la vista de los resultados proponer acciones tendentes a su conservación, mejora y adecuación como lugar idóneo para la educación medioambiental
ZONA A: Norte del embalse que por su uso dividiremos en dos espacios. ZONA A-1.– Pradera que se extiende desde la presa hasta una construcción semiderruida. Es usada como zona de descanso fundamentalmente por garzas y cormoranes. Está sujeta a transito de pescadores y “paseantes de perros” por lo que el nivel elevado de molestias hace que sea poco usada por las aves. ZONA A-2.– Entre la citada construcción y la cola del embalse. Es usada de forma preferente por las aves, tanto para alimentación como para descanso. El nivel de molestias es mucho menos debido a la dificultad de acceso que supone el cruce de algunas zonas de escorrentía donde crece espadaña (Tiphalatifolia) y carrizo (Phragmites sp.)
ZONA B: Praderas o limos, que según la época del año quedan en la cola del embalse. En está zona hay pequeños bosquetes de sauces en expansión (Salixsp), espadaña y carrizo y está sujeta a pastoreo bovino y caballar.
ZONA C:Sur del embalse, paralelo al cual discurre una pista apta para tráfico rodado y lugar desde donde se pueden realizar los censos de aves, con un mínimo de molestas para las mismas. La dividimos a su vez en cinco espacios. ZONA C-1.- El entronque de la pista que bordea el sur del embalse con la carretera de Fontaciella. Lugar elevado desde que se domina gran parte de la zona de estudio. Este es el mejor punto para la realización de los censos de la cola del embalse en invierno-primavera. ZONA C-2.-Se corresponde con las inmediaciones de una cantera abandonada y es a su vez el mejor lugar para la realización de los censos de la cola del embalse en verano-otoño. ZONAS C-3, C-4, Y C-5.- Correspondientes a tres ensenadas cuyo uso por las aves disminuye en relación directa a su proximidad con la cabecera del embalse, por las mismas razones indicadas en la zona A-1.
– CONCLUSIONES: Con 42 especies de aves registradas durante el periodo estudiado, el Embalse de San Andrés, se revela como la zona no costera más importante de Asturias, para las aves acuáticas, sobre todo en lo referido a los pasos migratorios y la invernada. Una vez superados los problemas de conservación de estas aves, con la total erradicación de la caza, se plantea una segunda fase, la instalación del equipamiento adecuado para que toda esta riqueza faunística sea disfrutada todos los gijoneses amantes de la naturaleza y usada por los centros educativos para sus programas de educación medioambiental. La Sociedad Asturiana de Historia Natural y Ecología, propone dar un paso más en la conservación de la zona, controlando el acceso a la cola del embalse, en los periodos de pasos migratorios e invernada y la instalación de un observatorio de aves, con los equipamientos apropiados, que fuesen administrados a través de la fundación Municipal de Cultura.(…)
Aquel campo abierto, aquella mancha de un verde claro, contrastando con el más negro de su cinturón selvático, espaciaba la vista y la alegraba. Aquel campo era la finca predilecta del capitán, su regocijo y sus amores. En cuanto ponía los pies en él sentía un extraño fresco en el cuerpo y el alma; se le disipaban inquietudes y penas. No se pasaba día alguno en que no le hiciese su visita. Muchas veces dormía allí su siesta debajo de un tilo, arrullado por el glu glu del riachuelo. Otras veces, cuando el sol trasponía por encima de la colina, solía tenderse de espaladas sobre el césped y pasar largo rato contemplando los abismos azules del cielo. (…)
Armando Palacio Valdés, La aldea perdida




III. Embalse de San Andrés de los Tacones
Cuando el río suena…
Cuando el río suena agua lleva. Virginia López. 2017
Mi estado natural es acuoso, o mejor, mi relación poética con el mundo está hecha de agua. Como diría Gastón Bachelard mi temperamento onírico, mis estados de ensimismamiento y lucidez están hechos de esta materia. Cada uno tiene que tener una fidelidad poética y reconocer en su interior la materia o elemento natural (agua, tierra, fuego, aire) que hace de caja de resonancia con el mundo, a través del cual la imaginación material se transforma en imaginación formal y creación (poética). La materia es el inconsciente de la forma. Mi elemento, mi materia, es el agua.
En el 2016, Habitantes Paisajistas se hizo en torno al agua y comencé hablando de la poética de las aguas. Cuando Juanjo Palacios propuso el tema del agua para el Mapa Sonoru de este año, me alegró, pero hasta hoy, no había enviado ninguna grabación. La razón creo que fue, entre otras, que el tipo de aguas que despiertan mi imaginación natural no se dejan fonografiar fácilmente (¿?): son las aguas silenciosas, densas, verdes, profundas.
Hay aguas que brotan alegres, primaverales, claras, ríos, cascadas, fuentes, sublimes con olor a mar y marejadas, aguas vivaces, enérgicas. Pero ¿cómo suenan las aguas silenciosas depósito de nuestras memorias? Parece que incluso con hidrófonos, es necesario un cierto ímpetu en las aguas, cierto movimiento y energía. Necesitan aguas activas, rumorosas. ¿Qué tipo de instrumentos o tecnologías podrían hacer audibles esas aguas de mis rèveries? Esas aguas casi mudas, suspendidas, la sensación de inmersión acuosa profunda y densa. ¿Cómo representar el silencio a través de la fonografía? O a través del sonido?
Otra cuestión que se abría respondía a la representación a través del sonido de la cualidad de las aguas. Dice el refrán que cuando el río suena agua lleva, pero hoy, además del problema cuantitativo (más audible y registrable), hay un gran problema cualitativo. Junto a casa pasa un riachuelo y durante el invierno, cuando aumenta su caudal, pasando entre piedras y frondas, suena constante y delicadamente. He grabado su sonido para la instalación Reverie vicino alle acque. Lo que no se percibe a través del registro sonoro es la espuma producida por tensioactivos, el olor a hidrocarburos. Quizás habría tenido que estar aquí hace 20 años, cuando, según me cuentan mis vecinos, el arroyo estaba habitado por cangrejos de río, peces y un concierto de ranas acompañaba el correr pausado de sus aguas. Quizás esta diferencia en el paisaje sonoro del Arroyo de Veranes (arroyo de la Fuente del Noval), habría podido mostrar, en parte, la enfermedad letal de sus aguas. Un nuevo problema surgía pensando en las diferentes grabaciones que había hecho en los alrededores de Veranes estos últimos tres años. Día gris, con chubascos. Paseo por los alrededores del embalse de san Andrés de los Tacones. Agua de lluvia, cae y suena en los charcos del camino, en la tierra, en las hojas, en el embalse. Condiciones perfectas para una buena grabación de aguas. Sin embargo, registrar estos sonidos, editarlos, limpiarlos, falsearían el paisaje sonoro de san Andrés y tampoco responderían a la percepción sentimental de ese paseo: la sensación de desasosiego y nostalgia, inquietud y algo de tristeza. Ensimismada por el volumen de agua ferma, detenida, me senté en las orillas del embalse, entre ramas caídas, zarzas y árboles que despuntaban de entre sus aguas. Todo estaba enmudecido por el sonido de la autopista y los hornos de Arcelor-Mittal. Sus aguas grises suenan a metal.













IV. Paseo Sonoro del
29 mayo

Una vez finalizado el paseo sonoro, realizado como requiere todo buen paseo sonoro, en silencio y practicando una escucha atenta, han surgido varios temas de conversación, sobre el amblase, su paisaje sonoro, su historia, las implicaciones subjetivas que hay en todo acto de escucha, la estabilidad de los aparatos de grabación y registro y al mismo tiempo dependientes y prótesis de nuestra sensibilidad, de la morfología de nuestra oreja (cada oreja es única!), de nuestra atención o interés… cada vez que salimos a pasear, no sólo cambia la realidad que nos circunda, sino también nuestra atención hace que afinemos determinados sentidos: Angel comentaba que nunca había escuchado tantas aves en este trayecto, pero también es cierto que nunca lo había hecho poniendo en práctica la escucha atenta.
Otro tema que surgió , dada la constancia de ese basso continuo que es el ruido emitido desde la autopista en el margen del embalse, es el de los tipos de ruido, el estrés de las células ciliadas (yo creo que medir su estado de salud debería de ser tan importante como controlarnos las plaquetas, porque son limitadas y deben vivir constantemente al borde del desmayo) y el sonido blanco. Asi que aquí algunos enlaces que nos comparte Fernando Oyágüez : https://www.bbc.com/mundo/noticias-40637592 .La exposición constante al ruido blanco hará que las células (ciliadas) se mantengan activas y les cueste más trabajo sanar cualquier daño que haya en la zona»
Es curioso que existan listas de reproducción de sonido blanco relajante con autopistas, cuando en el entorno del embalse y afectando a las casas y aldeas colindantes con la autopista «Y», como es el caso de Trubia, Veranes, y al otro lado Serín y San Andrés, este ruido es una constante maldición, a la que sin embargo, por ser basso continuo vecinos y vecinas parecen estar acostumbrados (o resignados) e imagino las células ciliadas con necesidad de un psicoterapeuta o transplante de emergencia.
